Caso práctico - De Residuos a Recursos

De residuos a recursos: un proyecto que transforma materiales... y vidas

A muchas empresas les pasa lo mismo: generan residuos en grandes cantidades que acaban desechados, sin reciclarse ni reincorporarse al ciclo productivo. En Chacón, uno de esos residuos eran los palés utilizados en la logística de sus productos. Desde su departamento de sostenibilidad, vieron en este residuo una oportunidad: ¿y si esos palés pudieran tener una segunda vida dentro de un proyecto de economía circular… y si pudiéramos añadir un componente social?

Fue así como nació De Residuos a Recursos. La empresa, con el acompañamiento de Taboire Soluciones Sostenibles, se puso en contacto con la Asociación Derecho y Justicia, que lleva años trabajando en el Centro Penitenciario de Tahíche. La propuesta era ambiciosa: vincular el reciclaje de materiales con un programa de reinserción laboral para personas privadas de libertad. El proyecto fue presentado a la Dirección General de Instituciones Penitenciarias y recibió luz verde.

La idea central era crear un taller donde transformar residuos en productos con valor añadido. Pero no solo para Chacón: el objetivo era abrirlo a cualquier empresa interesada en reconvertir sus residuos en objetos útiles y comercializables. Así, además de reducir el impacto ambiental y trabajar con un colectivo vulnerable, se busca generar una cultura de sostenibilidad en el tejido empresarial local.

“Esa es la visión, que el niño se haga grande y que sea un ejemplo para otras empresas”.

Faltaba una pieza clave: alguien que guiara el proceso técnico y artístico del reciclaje. Ese papel lo asumió José Goñi, de la Asociación PapaCria, un referente en la combinación de reciclaje, arte y sensibilización. Goñi lleva años demostrando que casi cualquier residuo puede convertirse en algo útil.

Desde el primer trimestre de 2024, De Residuos a Recursos se lleva a cabo en el Centro de Inserción Social (CIS) Ángel Guerra. Allí, personas en régimen de tercer grado —una etapa cercana a la reintegración plena— participan en este taller que también representa una alternativa al empleo en sectores como la hostelería, que muchas veces dificulta mantener rutinas saludables, esenciales en los procesos de reinserción.

El modelo de trabajo se organiza en fases. Primero, la concienciación; luego, la formación; y finalmente, la ejecución. Comenzamos explicando los cinco grandes grupos de residuos domésticos. Después, se trabajó en cadena con materiales concretos. Y ahora, en esta tercera etapa, ya se están poniendo productos a la venta.

El proyecto ha crecido. A los pocos meses, los Centros de Arte, Cultura y Turismo de Lanzarote (CACT) se unieron como patrocinadores del piloto, ampliando el enfoque del taller, que ya no solo trabaja con madera, sino también con cartón, plástico, vidrio y aluminio generados en los propios centros turísticos. Los primeros resultados ya son visibles: productos en venta en el Monumento al Campesino y materiales reutilizados dentro de la propia operación de los CACT.

La visión ahora es que el taller evolucione hacia un modelo autosuficiente, donde los ingresos de la venta de productos reviertan directamente en quienes los fabrican, generando oportunidades reales. Las posibilidades son enormes: con los palés, por ejemplo, se pueden fabricar cajas resistentes para botellas de vino, muebles artesanales, o embalajes de gran formato que casi no existen en el mercado. Así, un solo proyecto logra actuar de forma simultánea en lo medioambiental, lo económico y, sobre todo, lo social.

“No solo se reciclan las cosas, también nosotros nos reciclamos. Hay que aprovechar esta oportunidad y hacer que el tiempo dentro sirva para empezar de nuevo”.

Ahora estamos evaluando lo conseguido, aprendiendo de la experiencia y adaptando el modelo para que la siguiente etapa productiva esté abierta a nuevas empresas, colaboraciones y retos. Los resultados nos ilusionan. Y sí, ha salido mucho mejor de lo que imaginamos al principio.